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Caligrama, el más antiguo y contemporáneo de los poemas

Caligrama, el más antiguo y contemporáneo de los poemas

Agosto 03, 2021 / Por Maritza Flores Hernández

La poesía visual recobra su importancia con modelos contemporáneos, sin olvidar que su origen descansa en los Caligramas. Por cierto, ¿cuál es su caligrama preferido?

La poesía transmite imágenes creadas con las palabras y, a su vez, provoca efectos sensoriales: mirar, gustar, tocar, oler, dando la idea de cómo es una persona, un estado de ánimo o del clima, de hechos o actos trascendentes y de emociones.

El famoso “Soneto 333”, de Francisco de Quevedo, demuestra el uso de las palabras para recrear la auténtica belleza del ser amado:

 

…Las luces sacras, el augusto día

que vuestros ojos abren sobre el suelo,

con el concepto que se mueve el cielo

en mi espíritu explican armonía…

 

En este fragmento, el poeta expone el profundo significado de los vocablos.

Habla de la mirada de la amada, mas no por su apariencia, sino porque regala armonía, la que sólo puede provenir de Dios; así, la amada no es objeto de pasión, sino de amor virtuoso, que es el verdadero y único amor.

Quevedo —quien vivió de 1580 a 1645 y es uno de los más importantes representantes del Siglo de Oro de las Letras Españolas—, embelesa el pensamiento, recreando el extraordinario espíritu del poeta y de su amada. Sin embargo, ese logro, en buena medida, ocurre gracias al lector (a Usted también), quien abre su pensamiento y su corazón, dejándose llevar por la rima y el ritmo de los versos, desenhebrando la esencia del poema y sus múltiples connotaciones.

Este tipo poesía —que algunos expertos denominan “verbal”— evoluciona: toma imágenes producidas por variadas técnicas, verbigracia el dibujo, la pintura, los objetos tridimensionales, incluso, el performance (actuación, danza, etcétera). Las nuevas imágenes explican o complementan al poema, o bien lo deconstruyen, sustituyéndolo por otro.

A grandes rasgos, esto es lo que se conoce como poesía visual, cuyo ejemplo más antiguo se encuentra en el Caligrama.

Los caligramas más famosos son introducidos en Europa, durante primer cuarto del siglo XX, por Guillaume Apollinaire, quien busca que las personas, al leer sus poemas, vean lo invisible e inventen, cada una, su propia historia.

Wilhelm Albert Wlodizimierz Apolinary de Kostrowitzky, mejor conocido como Guillaume Apollinaire —a quien se atribuye haber acuñado la palabra “surrealismo”, cuando presenta su obra “Las tetas de Tiresias, drama surrealista en dos actos y un prólogo”—, recupera el Caligrama.

Probablemente, porque es un medio de comunicación que le permite compartir un mensaje inequívoco, mas con las puertas abiertas a otras interpretaciones.

En estos poemas visuales, Apollinaire admite el humor, remedio indispensable para hacer frente a la tristeza o al miedo, presentes durante toda guerra, especialmente en los momentos más álgidos. ¿Cree que estamos a tiempo de escribir nuestros propios caligramas?

En su caligrama, “La mandolina, el clavel y el bambú”, publicado en 1918, expresa:

 

 

“Oh batallas la tierra tiembla como una mandolina COMO BALA A TRAVÉS DEL CUERPO EL SONIDO ATRAVIESA la verdad porque la RAZÓN es tu Arte, mujer”

 

Con estos versos traza la mandolina, apuntando en el mastil del instrumento, justo donde está las cuerdas, “Oh batallas la tierra tiembla como una mandolina”, porque así treme la caja del instrumento, igual que —durante la Primera Guerra Mundial— el suelo y las casas bajo el imperio de los cañonazos y bombardeos aéreos; estos últimos, por ser los primeros en la historia de la humanidad, causan un terror extraordinario.

Su sonido perfora el cuerpo, pensamiento y espíritu del poeta, que es más bien dulce, semejante a la suave música de la mandolina; destruyen la verdad, es decir la razón y la paz. Ya que los hombres son los que hacen la guerra, mientras que la mujer, la paz; el poeta, sin enfados, reconoce que los hombres carecen de ese arte.

Es curioso, el caligrama contiene letras provenientes de diferentes tipografías; incluso, se usan palabras en mayúsculas para patentizar la violencia, lo fuerte que resuenan los llamados a la guerra y el estrépito en el subsuelo, al modo en que —actualmente—, en internet se usa una palabra en mayúscula cuando existe alguna molestia, enojo o se quiere llamar la atención sobre de algo.

Los versos que corresponden al clavel narran:

 

“…Que este clavel te hable de la ley, de los olores que aún no se han promulgado y que un día llegará para reinar sobre nuestros cerebros de forma más precisa y sutil que los sonidos que nos rigen Yo prefiero tu nariz a todos tus órganos amiga mía Ella es trono de la SABIDURÍA futura…”…”

 

El clavel es una flor muy olorosa, símbolo de que algo bueno vendrá; en este caso, será la paz y la humanidad conocerá su aroma.

Ese aroma se quedará impregnado en el raciocinio, con sensaciones agradables, expulsando los sonidos de la guerra que merman al poeta y a toda Europa. No obstante, ese poder de persuación está en esa “…amiga mía…”, cuya nariz olfatea los rumbos hacia la paz.

¿Querido Lector, puede Usted suponer quién es esa “…amiga mía…”?

 

“… Oh nariz de la pipa los olores centro Oh universos infinitamente sutiles Oh horno donde se forjan cadenas que nutren otras razones formales…”

 

Conviene destacar el ritmo y armonía de estos versos y de todo el poema. Se recomienda leerlo en voz alta (Usted también querido Lector), no se extrañe de que en su casa alguien critique su voz, eso le pasa a todo lector y a todo aquel que comparte sus lecturas.

Por otro lado, el poeta escribe sin signos de puntuación; en su lugar, las “Oh” inician con mayúscula, indicando el punto y aparte; simultáneamente, constituyen los nudos del bambú.

Apollinaire, (1880-1918), sostiene percibir perfectamente los olores de la paz, pues su cerebro y su alma se enfocan en ese propósito; lo logra a través del bambú, pipa de la paz. Con todo, hay un infierno, donde se producen acuerdos o desacuerdos oficiales, encendiendo la guerra, echándole más lumbre al fuego.

Además, en los versos de Apollinaire no hay rima, porque años antes fue inventado el verso libre, que sin rima, pero con ritmo musical, invoca a la verdadera poesía; es bien sabido, no toda rima es poesía.

A pesar de todo, Apollinaire no fue el único en recuperar el caligrama.

Se le adelantó el chileno Vicente García-Huidobro Fernández, conocido como Vicente Huidrobo (1893-1948), quien en 1912 ya había publicado su caligrama “Triángulo armónico”:

 

 

En este primer caligrama de Huidobro, los versos riman y tienen ritmo; no es lo mejor de su producción, lo que resulta natural, pues cuando lo publica, en 1912, apenas cuenta con 19 años.

Lo fundamental: pinta el poema, lo estiliza, favoreciendo una participcióna activa del lector, quien ha de poner atención no sólo en las palabras, sonidos y mensaje, sino también en las imágenes logradas con esos elementos y con la figura externa que se va creando.

Al releer el poema se aprecia que Thesa es una gentil princesa de Kioto, Japón. Ella es como una flor de loto que desfallece, porque fue arrancada en una tarde de estío. Dicho de otra manera, la princesa anda y desciende en una efigie escalonada, que se prolonga en el reflejo del agua, donde flotan las flores de loto, que se dan únicamente en el ambiente acuático.

Hasta ese punto vemos un triángulo.

En seguida, otro triángulo invertido permite ver la continuación de la historia. La princesa parece una diosa, indiferente al mundo que le rodea. Nadie ha conquistado su amor. Avanza entre las flores de loto, por eso es una “Ofelia japonesa”.

Cabe recordar que Ofelia es la enamorada de Hamlet, protagonista del drama Hamlet, de William Shakespeare, el del famoso soliloquio “Ser o no ser”.

En esta obra, Ofelia, después de la muerte de su padre, Apolonio, —a manos de Hamlet (quien erró en la persona)—, pierde la razón. En su locura, según narra la reina Gertrudis, madre del protagonista, Ofelia sube a un sauce. La rama no soporta su peso y cae al río, donde se ahoga. Su cuerpo flota, rodeado de flores y, se deduce, de los árboles refractados en el agua.

Por ello, Huidobro afirma, la princesa japonesa es una “Ofelia japonesa”, con lo que se verifica que el triángulo invertido es la reverberación del primer triángulo.

De esta suerte, el lector debe jugar con su propia imaginación, dejándose conducir por lo que lee en las letras, sus espacios y palabras, por el ritmo y musicalidad, y por los dibujos o colores que integran el caligrama.

No hay reglas, cada uno descubrirá concepciones diferentes. Tampoco existe la obligación de conocer a Hamlet ni a sus personajes. Por lo tanto, subsiste la libertad para especular respecto a la identidad de Ofelia: ¿Quién es? ¿Cuánto parecido tendría con la princesa japonesa?

También podría jugar a ordenar cada verso:

 

Thesa

la bella

gentil princesa

es una blanca estrella

es una estrella japonesa.

Thesa es la más divina flor de Kioto

y cuando pasa triunfante en su palanquín

parece un tierno lirio, parece un pálido loto

arrancado una tarde de estío del imperial jardín.

 

Desvelará un triángulo isósceles, cuyo perfil simula los escalones por los que bien podría bajar en su palanquín la princesa. O bien, considerar que se ubica en lo alto y se le mira pasar tanto en la escalinata como en el agua. Intente otras explicaciones.

El prestigio del Caligrama es muy antiguo.

Simmias de Rodas, en el siglo IV a.c., escribía caligramas conocidos como Technopaegnia.

 

 

“Hacha”, se refiere Epeios, constructor del caballo de Troya y a la diosa Atenea.

 

 

“Alas”, alude al dios Eros.

Para descifrarlos, hace falta detectar el primer y último versos; a partir de ellos, continuando una ruta dispuesta en espiral, se obtiene el verdadero significado del poema.

A estos caligramas siguieron los “carmina figurata”, de la época del Imperio Romano. Se cultivaron en la Edad Media y el Renacimiento. Por ejemplo:

 

 

Esta estampa corresponde al “Aratea” del poeta griego Aratus (240 a.c.), traducido del griego al latín por Marco Tulio Cicerón en el 106 a.c., obra que se refiere a las constelaciones, misma que fue copiada durante la Edad Media.

La poesía visual tiene múltiples presentaciones; el caligrama es su antecedente más antiguo y también el más contemporáneo. Subsiste al punto de que se imparten talleres especialmente para niños, con la finalidad de que compongan sus poemas en las formas que más les inspiren.

Finalmente, toca poner todos los sentidos para comprenderlos y redactar los propios. ¿Se anima?

Como siempre, Usted tiene la última palabra.

 

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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