A los 91 años muere la poeta Delia Domínguez

La escritora chilena, quien fue candidata en varias ocasiones al Premio Nacional de Literatura, formó parte de la generación del 50 con Jorge Edwards y Enrique Lafourcade

A los 91 años, falleció Delia Domínguez, poeta chilena, integrante de la llamada generación literaria de 1950 y autora, entre otras obras, Simbólico retorno (1955), La tierra nace al canto (1958), El sol mira para atrás (1973), Clavo de olor (2004) y Paralelo 40 Sur, antología, con poemas y cuentos inéditos (2012).

Estudió Derecho en la Universidad de Chile, pero al tercer año abandonó leyes y se dedicó a administrar la hacienda familiar, el fundo Santa Amelia de Tacamó, en Osorno.

Colaboró con diversas publicaciones, particularmente con la revista Paula, de la que fue jefa de redacción y crítica literaria. Fue también conductora en algunos programas televisivos de arte para el canal 9 de la Universidad de Chile y panelista en el programa Carretera Cultural de la radio Chilena.

Fue directora de la Sociedad de Escritores de Chile y de su revista, Alerce.

Miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua, el 25 de mayo de 1992 pasó a ocupar el 4° sillón. Su discurso de incorporación se titulaba Señales de una Poesía Mestiza en el Paralelo 40° Sur.

Sus poemas han sido traducidos a varios idiomas, particularmente al alemán y al inglés. Fue nominada, sin éxito, cuatro veces al Premio Nacional de Literatura, galardón que en Chile pareciera estar reservado solo para hombres.

«Su obra poética, según propone Juan Villegas, correspondería a una fusión entre la antipoesía y la poesía de los lares, cuyo matiz diferenciador está dado por la ausencia y la amargura de la antipoesía y la magnificación del espacio campesino, en el caso de la poesía lárica».

Neruda, su amigo, dijo de ella: «Compréndase que por naturaleza, por formación ecológica, la poesía de Delia Domínguez, osornina de los bosques de Osorno, es atrevida y descalza; sabe caminar sin miedo entre espinas y guijarros, vadear torrentes, enlazar animales, unirse al coro de las aves australes sin someterse al tremendo poderío natural para conversar con tristeza o con amor con todos los objetos y los seres. Mi amiga silvestre criada entre los avellanos y helechos antárticos domina la relación humana con la ternura que adquirió aprendiendo y defendiéndose de la soledad».

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