VIAJES

Guía de Londres: las direcciones que no te puedes perder en una escapada ‘express’

Decir que Londres está de moda es, seguramente, una obviedad. La capital británica nunca ha dejado de ser uno de los destinos más deseados del mundo…Y las razones también son obvias
Guía de Londres
Getty Images / Laurie Noble

Londres trata de resistir el envite del Brexit, la subida de los precios y la feroz competencia global después la obligada pausa pandémica. Para ello, aplica la receta de siempre: clasicismo, modernidad y uno de los escenarios para ir de compras más interesantes y cambiantes del continente. En Navidad, hay pocas ciudades con el mismo encanto y las mismas posibilidades: musicales, teatro clásico, paseo o museos y –por supuesto– el nutrido comercio. Un lugar ideal para darse de bruces con el espíritu de Papá Noel.

Los imprescindibles

Ya se sabe, cuando uno llega a Londres puede escoger perderse por Hyde Park, ir a admirar el Big Ben, subirse a la ‘noria del milenio’ para regalarse una vista óptima del skyline. Sin embargo, para hacerse con el pulso de la ciudad, bien puede valer la pena acercarse a Brick Lane y darse una vuelta por sus tiendas vintage de precios algo prohibitivos, pero en las que siempre puede encontrarse alguna ganga. 

El Soho es otra de esas opciones que nunca pueden descartarse, aunque es muy posible que el paisaje urbano cambie de una semana a la siguiente y que lo que antes era una tienda de skate (en Londres uno tiene la posibilidad de comprar en SupremePalace skateboards, un apunte interesante para los fans de la materia porque estas tiendas no existen en ninguna otra parte del continente) ahora sea una librería especializada –o a la inversa–. Precisamente, eso es lo que hace que el barrio sea como un camaleón al que nunca llegas a agotar del todo.

El mencionado Brick Lane tiene otros puntos de interés. Uno es el Ten Bells, célebre por ser uno de los escenarios de la terrible historia protagonizada por Jack el Destripador, ya que se decía que el asesino acechaba allí a sus víctimas. Obvia decir que el lugar es ahora un pub normal y corriente con buen ambiente y buena cerveza. Muy cerca de allí, los amantes del dulce pueden saciar su apetito en el Dark Sugars, que está considerada una de las mejores tiendas de chocolate del mundo. Y a pocos metros (pero con reserva) está La Rochelle School Canteen, inaugurada en 2004 por Melanie Arnold y Margot Henderson y que sigue siendo uno de los secretos mejor guardados del barrio: comida deliciosa en un jardín invisible desde el exterior. Uno de los restaurantes con más encanto de Londres.

El té nunca muere

La mejor opción para el archifamoso té de las cinco (aunque a partir de las tres ya puede uno considerarse lo suficientemente inglés como para tomarse uno) es uno de los grandes hoteles londinenses. Y nuestro favorito para esta ceremonia que lleva desde principios del s.XIX consolidada como una de las grandes tradiciones británicas: sí, hablamos del Dorchester. Este céntrico hotel londinense lleva desde 1931 ofreciendo a sus visitantes la posibilidad de imbuirse en el ambiente de la Inglaterra más aristocrática con un menú que incluye un té floral considerado de los mejores de Londres y los inevitables sándwiches locales (con el pepino como ingrediente fundamental). Una de esas experiencias que deben vivirse al menos una vez en la vida. 

El té que oferta el hotel Dorchester en su ‘Orchid Room’.Cortesía del Dorchester 
La fachada del hotel.Cortesía del Dorchester 

Para los que quieran aventurarse más allá de los lugares céntricos, el Borough Market es un lugar en el que hacerse con tés poco habituales y grandes reservas de tofe a granel de primerísima clase. Este mercado situado bajo las antiguas vías del tren es ideal para un desayuno en horario español, un café tranquilo o un paseo 100% londinense. Y puestos a aprovechar el viaje: justo en la entrada principal, se encuentra la tienda de APC, la exclusiva marca parisina, que tiene la particularidad de ser la única de la urbe que vende el sello con descuentos de hasta el 40%. 

La entrada al Borough Market.Getty Images/ Howard Kingsnorth

Compras prémium

Londres goza de un increíble circuito comercial para todos los gustos (aunque –definitivamente– no para todos los bolsillos), y eso resulta obvio cuando se pasea por el Soho o por Tottenham Court Road o por Regent Street. Una de las mejores apuestas si se pretende ganar tiempo sin dejar de apostar por la mejor materia prima posible es Selfridges, en la archiconocida Oxford Street.

Si hay que hacer regalos, existen tres grandes apuestas: Liberty, Harrods y Selfridges. El primero es el más clásico de los grandes almacenes londinenses. Fundado por Arthur Lasenby Liberty, su construcción arrancó en 1924 y empleó componentes de barcos de la marina real fuera de servicio como parte del edificio. Su impresionante apariencia no tiene nada que envidiar a la calidad de sus productos. Harrods es otro de esos lugares que no necesitan presentación y que representan mejor que nada la quintaesencia británica, aliados de la aristocracia local y propiedad durante años de Mohamed Al-Fayed, al que los fans de The Crown conocerán de maravilla a estas alturas. Visita obligada, aunque sea solo para cotillear ya que Harrods podría hacer suyo aquel refrán neoyorquino: ‘Si no lo tenemos es que no existe’.

Pero la apuesta que mejor ha sabido conjugar la tradición londinense con los tiempos modernos es Selfridges. Allí es donde el personaje de Alan Rickman trata de comprarle un collar a su secretaria solo para darse de bruces con Rowan Atkinson (nada más y nada menos que Mister Bean), en una de las mejores escenas de Love actually. A su imparable apuesta por las marcas de lujo más conocidas (en un espacio que no tiene parangón en Londres), unen salones de té, espacios en los que degustar cócteles, restaurantes y un lugar que es singular incluso para los parámetros de una capital que puede presumir de tenerlo todo: el Aoyama Flower Market. Una de las floristerías más célebres del mundo y una de las más exclusivas. Fundada en 1988 en el barrio de Aoyama (Tokio), estos japoneses especializados en composiciones florales exquisitas solo tienen dos tiendas fuera de los confines nipones: París y Selfridges. 

La célebre floristería Aoyama Flower Market, en el interior de Selfridges.Cortesía del establecimiento

Cenar bien y dormir aún mejor

Hay mil recomendaciones posibles para alimentarse en Londres. Para los presupuestos ajustados, el Shake Shack de Tottenham Court Road es ideal: buenas hamburguesas, magníficos batidos y hasta un menú para perros por si a alguien se le antoja llevarse a su mejor amigo. Para los que quieran apuntar más alto o darse un capricho (porque qué demonios), el mencionado Dorchester tiene uno de los mejores rooftops de Londres, perfecto si la lluvia no se ha presentado a su cita. Si no hay hambre, los cócteles que ofrece el local son simplemente deliciosos.

The Colony en el Beaumont es otro lugar en el que es imposible salir decepcionado. Más allá de las bondades del hotel y de su servicio impecable, el restaurante se encuentra en una sala clásica recién restaurada y ofrece carne cocinada a la perfección, buenas ensaladas y postres imbatibles, con el añadido de estar situado en el corazón de Mayfair, un precioso barrio lleno de boutiques para connoisseurshipsters de toda clase y pelaje. 

Y para pasar la noche en buenas condiciones, hay que advertir que Londres es una de las ciudades donde los hoteles han alcanzado precios muchas veces desorbitados. El Beaumont es sensacional para dormir si uno tiene el presupuesto adecuado. Y establecimientos como el Hoxton, que tienen dos hoteles con precios muy razonables (el de Southwark es de los mejores en la relación calidad/precio) a pocos metros de la estación de Waterloo y en un barrio muy tranquilo, suponen una gran opción teniendo en cuenta que las tarifas son mucho más elevadas que en España.

La reconocible fachada del hotel Beaumont.Cortesía del establecimiento

El personaje

George Bamford es uno de los empresarios más admirados de Londres. Empezó a plasmar su obsesión por el tiempo (el de los minutos y los segundos) customizando Rolex a clientes con gustos muy específicos y ya se ha convertido en el hombre que persiguen todos los que aman los relojes de gama alta. Uno puede ahora hacerse con su propia marca, Bamford (solo atiende con cita previa) en sus sofisticados cuarteles generales londinenses, con un precio muy razonable para lo que vende: entre 400 y 1200 euros, dependiendo del modelo. 

Bamford no solo es un londinense de pro por lo que respecta a sus gustos relojeros, por decirlo de algún modo, y acaba de lanzar junto a su madre, Carole Bamford una gama de productos cosméticos. El sello, llamado Bramford Grooming Department, es ya una de las marcas más buscadas de La City y –de momento– solo puede adquirirse en Londres.

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